mírame
Mírame. Mira mis manos. ¿Te gustan? Son tuyas. ¿Quieres mis piernas? Te las doy. Y mis pechos y mi vientre. Todo para ti. Pero no pienso mirarte a los ojos; eso sería regalarte mi alma. Y eso no lo quieres, ¿verdad? Lo sé... Tarde o temprano te marcharás, igual que se marchan todos. Y como sé que te llevarás algo de mí aunque yo no quiera, procuraré que no sea algo imprescindible.
Mi corazón tiene goteras.
A veces la humedad no me deja dormir.
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