sábado, marzo 21, 2009

un bolero

Hay canciones que atacan con recuerdos. De carmín y Mar Caribe. De amor, cómo no, amor febril y mil veces evocado entre lágrimas de otoño. De tardes destartaladas junto al mar, estrechando un imposible entre los brazos. Vestida de rojo, de arena y de sal, con los ojos de luto y los dedos afanados en olvidar.
A la espera de vientos más favorables que no parecen llegar, me marchito en un recuerdo. Que cada día soy un poco más vieja, un poco más sabia, un poco más triste.
A menudo camino sola, buscando resucitar en otros ojos o en una sonrisa accidental, pero no hago sino desconcharme en cada intento, que aun sigo sin entender esta vida lejos de ti, ¿para qué me sirve? Ni siquiera encuentro la forma de encontrarte, ni de dejar de buscarte. La costumbre me arranca las estaciones lenta y pausadamente sin tregua y ya sin dolor, sólo en una sosegada desesperanza. Que, al fin y al cabo, ya no recuerdo tu olor, pero tanto hace que te fuiste, que me he acostumbrado a extrañarte, y tanto hace que te añoro que ya no sé cómo parar.

archivo