viernes, febrero 27, 2009

contarlo todo sin decir lo que pasó

¡Oh, pequeña mía! Qué bonita estaba esa noche con su vestido nuevo y sus zapatos de tacón, estrenando una noche de luna llena y esa sensación recién descorchada. Valiente, por una vez, para atravesar la puerta sin miedo a ser la más guapa. Que no hay vidas anodinas, sólo estrellas llenas de polvo y esa noche sacó lustre a la suya haciéndola brillar con esa intensidad de una vida entera por delante (aun), de la posibilidad de poder elegir (mejor) y de tener la suerte capturada en la aceituna de un dry martini.





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