sábado, marzo 24, 2007

besos exponenciales

Una colaboración cruzada de mi amigo Holden Caufield


Desde mis clases de instituto, que aún relativamente recientes recuerdo con neblina, llevo intentando encontrar ejemplos a algunas funciones matemáticas que me costó asimilar en su momento. Tardaba en comprender la representación de ciertas fórmulas trigonométricas y el inquietante, por su nombre y gráfica, logaritmo. Lo único que veía de forma sencilla y a lo cual podía encontrar modelos reales era la linealidad: tanto tienes, tanto vales; el crecimiento del pelo y la depilación, etc... Recuerdo que nunca llegué a entender el verdadero significado del número e hasta que no me propuse desentrañar sus inquietantes propiedades. Hace unos meses juré no descansar hasta encontrar un reflejo de tan turbador numerajo en mi realidad cotidiana. Tras algunos experimentos y ciertas ecuaciones trazadas con un lápiz romo sobre un papel rosa de cuadros he descubierto que los besos, encontrando la abcisa adecuada, son exponenciales. ¡Misterio resuelto!



lunes, marzo 19, 2007

tormenta eléctrica

Sólo queda silencio. Como después de aquella tormenta, ¿te acuerdas? Claro que te acuerdas… ¿cómo lo ibas a olvidar? Porque aunque ahora me odies, aún me recuerdas.

Tú, yo y la noche. Fuera, el frío, el vacío, las nubes y las luces tras las nubes. Ni una gota de lluvia. El estruendo de los truenos, el aire cargado de olor a tierra, tensión eléctrica y humedad. Y aquella carretera perdida, oscura, lejana, infinita. Infinita como tus ojos de infinito azul. Relámpagos flasheando nuestros rostros por instantes. Como luces estroboscópicas tiñendo de violeta intenso las nubes grises, regalándonos fotogramas de campos inertes de aspecto fantasmal, para después acabar en un fundido a negro a la espera de un estruendo de esos que me hacen temblar. Tu mano en mi regazo, sobre mi mano. Nuestras miradas en la noche, atónitas, tan asombradas como cómplices de aquel espectáculo al que asistimos por casualidad. Conscientes de estar viviendo un momento de esos que son para coleccionar.

Después, silencio. Como ahora que ya no estás. Silencio… y lo vivido hecho recuerdo, como ahora que ya no estás.

Qué pena no poder llamarte cuando me envuelvo de reminiscencias, sólo para poder decir “¿te acuerdas?”. Pero claro que te acuerdas, qué tontería. ¿Cómo lo ibas a olvidar? Aunque ahora me odies, hay cosas que nunca podrás borrar.

Aunque ahora sólo quede silencio.


miércoles, marzo 07, 2007

o te mueres o no hay trato

Llevan unos meses saliendo. El otro día estuve con él tomando un café y le pregunté qué tal con ella. Sólo se encogió de hombros y con gesto indiferente dijo “bien”. Y yo pensé: ¿cómo que “bien”?, ¿“bien” como qué? ¿Como cuando acabas de pasar la gripe y alguien te dice que cómo te encuentras? ¿“Bien” como cuando vas a cenar a casa de tu tía y te pregunta cómo está la sopa? ¡¿Qué coño significa “bien”?! Si de verdad estuviera enamorado, no hubiera dicho “bien”, hubiera contestado “de puta madre” con cara de no poder creérselo, o me hubiera dicho que tiene ganas de llevarla a París, o que está mejor que en toda su vida, o que la quiere como no ha querido a ninguna. “Bien” no es una respuesta, es peor que decir “mal”. Cuando estás enamorado no existe tedio, ni medias tintas, ni un simple “bien”. El amor no es racional. ¡¿Cómo que bien?! O estás enfermo de amor o no estás enamorado. O lo darías todo por ella o no estás enamorado. O te matarías por mí o puedes irte a la mierda, ¡¿vale?!


domingo, marzo 04, 2007

tardes de domingo

Formas suaves y apaisadas en rojo, azul y gris sobre una silueta oscura de la ciudad recortada a tijera. Antenas de televisión y gatos sobre los tejados. Farolas de luz naranja, semáforos, pasos perdidos y árboles desubicados. Otro domingo más. Me esperan palomitas de colores en el cine, y la pequita de la punta de mi nariz sigue ahí, como siempre, aguardando a que el sol le de permiso para lucirse un poco más cuando sea primavera. Qué estático el atardecer en mi ciudad cuando me siento a contemplarlo un día tras otro a través de mi ventana. Qué estática es la vida en ciertos momentos. Parece que no voy, ni vuelvo. Solo estoy. ¿Estoy esperando? Creo que sí. Creo que le espero a él. Y mientras espero, me lleno los ojos de cosas bonitas para poder susurrárselas al oído cuando le tenga a una caricia de distancia. ¿Cuantos suspiros habré contado al rememorar el sonido de un beso en los labios? En mis labios… En sus labios… Apenas soy capaz de recordar. Cuanta ausencia… Qué estática es mi ciudad cuando espero algo que no llega.


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