miércoles, junio 27, 2007

amor de verano

Este verano me voy a enamorar. Está decidido. ¿Qué más da? Los amores de verano, sólo duran un verano. Le morderé las orejas y le pegaré lametones en la cara. Es que me he quitado la tachuela de la lengua y me gusta la sensación. Quiero que vayamos a la playa, así estará saladito cuando me lo coma para cenar. Me dará la mano cuando se esté poniendo el sol. Entonces nos miraremos a los ojos sin hablar y seremos dos tontos de remate. Pero no nos diremos nada. Me abrazará y me echaré a reír, llorando porque algo se me habrá metido en el ojo. Cuando vayamos en el coche, escucharemos a los Hombres G con las ventanillas abiertas. Como si nos quisiésemos desde siempre. Me veré cara de boba en el retrovisor, pero sólo me miraré las pecas. Haremos el amor a la hora de la siesta y comeremos helado de pistacho, como dice la canción. Y siempre me estaré riendo, porque soy muy simple y me río cuando estoy feliz. Le daré diez mil besos, y él me pellizcará el culo cuando esté despistada. Por las noches beberemos claritas y prepararé la cena. Sólo ensalada, porque no sé cocinar nada más. Y como se quedará con hambre, después me comerá a besos en el sofá. Oleremos a after-sun. Nos picarán los mosquitos y pasaremos mucho calor. Jugaremos a buscar formas en las nubes. Le ganaré a las cartas y me hará cosquillas por tramposa. Y cuando se acabe el verano, nos suicidaremos cada uno por su lado. Porque los amores de verano, sólo duran un verano. Y nos arrepentiremos toda la vida. Pero, ¿qué más da?


domingo, junio 24, 2007

la verbena de san juan

Al final de la noche se sentó junto a los restos de la hoguera que había estado ardiendo durante horas en el parque. Ya sólo quedaban ascuas y alguna tímida llama que prendía de vez en cuando restos de pólvora, dibujando una estela dorada de diminutas estrellas danzarinas. Parecía magia.
Estaba cansada, descalza, con el pelo revuelto y lo que quedaba de su lápiz de ojos se difuminaba en una sombra alrededor de su mirada, dándole un aspecto de guerrera de una tribu antigua. Estaba guapa. Le sentaba bien la luz del fuego, dibujándola en naranja sobre el lienzo negro y cálido de la noche de San Juan.
La brisa de la madrugada mecía su pelo mientras el eco de los últimos petardos se perdía en la lejanía, y recordó lo duro que había sido el último verano. Parecía haber pasado un siglo desde entonces. Hacía tiempo que no pensaba en él. Se preguntó qué estaría haciendo en ese momento y si aún la recordaría de vez en cuando.
Esa misma tarde había estado pensando en qué cosas arrojaría a la hoguera al anochecer, de qué necesitaba desprenderse para seguir adelante. Y se le pasó por la cabeza echar al fuego las cartas que él le había escrito. Rebuscó en sus cajones y las guardó en el bolsillo trasero de sus tejanos antes de salir de casa.
Ahora había llegado el momento. Sostenía entre sus manos los folios manuscritos con marcas de dobleces y las esquinas gastadas. Demasiado usados. Leyó un par de líneas al azar y sonrió divertida. Ahora le hacía gracia lo que un día le hizo llorar. Le vinieron a la cabeza algunos buenos momentos. Hacían buena pareja. Todo hubiera sido perfecto si hubieran vivido en otro lugar, en otro momento, en otra vida. Él le dijo una vez que jamás la olvidaría, que dentro de muchos años se sentaría en el porche de una casa que aún no se había construido y se preguntaría qué habría sido de ella. Porque hay historias que tienen el final escrito desde el principio.
Acarició sus palabras en tinta azul con la yema de los dedos y suspiró con la nostalgia de quien ha olvidado el dolor. Se dio cuenta de que no necesitaba hacer aquello. No necesitaba desprenderse de él para seguir adelante, porque ya lo había hecho. Ya le había perdonado. Y con el crepitar de las brasas haciendo danzar su sombra, volvió a guardar lo que quedaba de su historia en un bolsillo, dedicó unos minutos a sonreír buceando en recuerdos, y después se marchó a casa. Quería acostarse antes de que amaneciera; al día siguiente tenía cosas que hacer. Su vida continuaba, siempre continuaba, a pesar de todo.


sábado, junio 16, 2007

stress express

Exámenes, exámenes, agobio, biblioteca, ¡hoy me he levantado a las ocho! ¡Joder! ¡Qué es sábado, por Dios! Y Cristi que me llama para salir esta noche, sólo un ratito, y yo que le digo que no. Y Alex que me viene a buscar mañana a las nueve para ir a estudiar. Y Cristi: “que sí, que sí, que sí, ¡¡venga pooorfaaaaa!!” Y mi madre que me habla sin parar y yo que no me entero. Y me han desaparecido cien páginas de apuntes y me estoy volviendo loca de buscarlos. Y se me han gastado todos los subrayadores, pero da igual porque no encuentro lo que tenía que subrayar. Y Cristi que pasa de lo que yo diga y vendrá a buscarme a las doce. Y el perro del vecino que lleva dos horas ladrando y voy a cometer un perricidio. Tensión, tensión, y me duelen los codos. Y me sienta mal hasta el chocolate. Y voy como un zombi todo el día y por las noches no soy capaz de dormir. Y el casco que no tiene visera y me entran bichos en los ojos cuando voy en la moto. Y los apuntes que no aparecen, y el teléfono que suena, y el perro que ladra, y mi madre que no calla, y ya sólo me faltaban los niños tirando petardos por la calle.
Todo es un gran complot, lo sé.
Después de esto, voy a necesitar que alguien me descontracture de arriba abajo. ¿Algún masajista en la sala?


Bonus Track:
:P .mp3



domingo, junio 10, 2007

stereo total

Gelocatil para el dolor de tripa y a escuchar indiepop hasta que el sueño me eche de aquí. Hartita estoy de subrayadores fluorescentes. Tengo ganas de cruzar el meridiano de Greenwich para estar en tu mitad del mapa. Beber cerveza de frambuesa, meterte mano en el pasillo y desayunar yayitas y un vaso de leche, tirados en el sofá. Después volverme con la cabeza llena de pájaros. Igual que la última vez.
Me ha dado por las confesiones últimamente. Fuera de lugar y en horario protegido. Tampoco me preocupa, la excusa de la enajenación transitoria suele funcionar. Es lo que tiene este lugar, que a fuerza de años, el salitre acaba oxidándole a uno la cordura. Terminas diciendo lo que piensas y haciendo lo que quieres. ¿O será lo que queda de mis raíces sureñas? Que me da por ponerme flamenquita y ahí es .
Al fin y al cabo, hace tiempo que no tengo nada con nadie, y si tengo algo con alguien, es contigo. Aunque no estemos demasiado por la labor. Será cuestión de aprovechar mientras dure. Si ya me lo dicen mis amigos, que tengo un historial de amores de grillada. Pero cada cual con su cruz y caminito por la sombra. Por suerte, hace un tiempo que estoy de buenas con mis demonios. Hemos quedado que me dejan dormir a pierna suelta, mientras no me dé por desear.
Pronóstico reservado y tan tranquila que estoy, oye. Hasta noto que cada vez estoy más cerca de dejar de fumar. Supongo que es bueno sentirse flex sin tener demasiados motivos. Además, faltan pocos días para que el verano sea oficial y en breve cruzaré el charco para ir a pescar pirañas. Te echaré de menos, pero no me pondré triste.
¿Se puede pedir algo más?

jueves, junio 07, 2007

holocausto reduccionista

REDUCCIONISMO:
“Para entender el todo, basta con comprender cómo funcionan las partes y, a continuación, estas deben ser reensambladas para volver a tener el sistema original”.

Una mañana, antes de que se despertara, decidí entenderle por fin. Le descuarticé e hice pedazos cada trozo. Después hice añicos cada pedazo. Y cuando cada porción era diminuta como un grano de arena, tan sencilla como una mota de polvo, sólo entonces le entendí.

Después le armé de nuevo. Dispuse sus fragmentos tendidos sobre la sábana, en la misma posición en que estaban justo antes de iniciar mi método, y me senté a su lado.

Llevo años arrepintiéndome de aquello. Aún cumplo condena. No valió la pena acabar así. Después de todo, cuando llegué a comprenderle absolutamente, perdí cualquier tipo de interés en él.


martes, junio 05, 2007

from dusk till dawn

Me compraré una serpiente pequeñita. Una pitón albina. Le daré de comer y acariciaré todos los días su piel de plástico amarillo. La veré crecer.

Cuando se haga grande, muy grande, me la echaré a los hombros y te bailaré medio desnuda, como Salma Hayek en “Abierto hasta el amanecer”. Luego dejaré que me chupes los dedos de los pies empapados en cerveza.

Pero aún falta tiempo para eso. Debes tener paciencia. Las serpientes crecen despacio.

¿Sabrás esperar?






domingo, junio 03, 2007

tópicos II


"Mr. Brightside" de The Killers


Me apetece drogarme. No demasiado. Sólo lo justo para poder reírme de mi propia estupidez.


tópicos

Son más de las siete. Me pongo a dibujar. Hay cosas que hacer, pero qué más da. Pinto besos, aviones, planetas, tabletas de chocolate y una bandera pirata. Acabo con las manos llenas de tinta azul y me tatúo mis huellas en el antebrazo, mientras Tracy Chapman me recuerda las ganas que tengo de fugarme contigo a cualquier lugar.
Luego pienso que esas cosas nunca acaban saliendo bien. “Los finales felices son historias sin acabar”. Hay días en que me levanto demasiado pesimista.
Entonces tengo el típico momento en que desearía saber tocar la guitarra para prenderme mariposas en el pelo y puntear hasta que me sangraran los dedos. Pero no. Sólo acabo con dolor de cabeza por la luz del flexo rebotando en quinientos folios subrayados en rosa.
Pasan las horas y al final, como casi siempre, me encuentra la madrugada pensando en ti.

¿Demasiados tópicos? Bien. Se puede arreglar:

Son más de las dos. Todos duermen y yo estoy demasiado cansada. Voy a picar algo a la cocina mientras me fumo un cigarro. Soy una chica dura. Cojo una lata de cerveza de la nevera y me pongo a ver porno en el sofá. Luego me meto en la cama y me toco un poco pensando en tus manos. A los diez minutos me duermo de lado, y ya no me muevo más.

Aún no he averiguado si soy rara, o lo que me pasa es que soy demasiado normal.


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