martes, octubre 31, 2006

descafeinada

- Pues quedé con él la tarde del domingo.

- ¿Quieres un café?

- Sí, gracias. Me llevó a la playa. Trajo una botella de champán y nos la bebimos mientras veíamos la puesta de sol.

- ¿Azúcar o sacarina?

- Sacarina, por favor. ¿No te parece romántico? Me dijo que era preciosa y que ojalá me hubiera conocido antes. Es un encanto...

- Sí, un cielo. Creo que voy a pasarme al descafeinado, últimamente me cuesta conciliar el sueño por las noches.

- ¿Y tú qué hiciste el domingo?

- Pasé el día de resaca y por la tarde alquilé en el videoclub “El diario de Bridget Jones” . Al verla me sentí patéticamente identificada.

- Vaya. (Pausa dramática) Sí, tal vez deberías pasarte al descafeinado. Dormirás mejor.



martes, octubre 24, 2006

el nacimiento de los cuerpos celestes

El universo está en constante cambio, en incesante evolución. Pero esto es muy difícil de percibir debido a la lentitud con que los cambios ocurren.

Las estrellas se engendran y crecen despacio a partir de un montón de polvo y gas amorfo (despojos cósmicos de otras estrellas que murieron) que, sabe dios porqué, un buen día empieza a recomponerse, a reconvertirse. Empieza a dar luz.

La última vez que hice recuento, llegué a los ciento veinticuatro mil trescientos doce pedazos, ahí ya me cansé. Creo que si hubiera seguido, podría haber contado hasta el infinito. Nunca he sido capaz de acabar de montar un puzzle, así que estaba comprensiblemente acojonada ante la idea de tener que ensamblar infinitos pedazos de mí misma.

Ni lo intentes, no lo lograrás. El miedo te grita envalentonado cuando pasas por malos momentos. A mí me ha incordiado bastante últimamente. Así que durante un tiempo infinito, me limité a orbitar en forma de nube alrededor del responsable de mi sublimación, y a la vez epicentro de mi atracción: el desmedido e inconmensurable astro que tiraba de mí, anclando hilos invisibles bajo mi ropa.

Putas leyes de la gravedad. Pueden llegar a volverte loca. Ya son terribles como temario de instituto, pero son aún peores cuando las vives así en tus carnes.

Por suerte, estas leyes no van siempre en contra de uno. A veces nacen estrellas.


... debido a alguna perturbación, una parte de la nube comienza a contraerse ayudada por la atracción mutua de las partículas que la forman. Este proceso de contracción, llamado colapso gravitacional, hace que la densidad de la porción de la nube en colapso aumente más y más hasta que se constituye en un núcleo de alta densidad del cual se formará una nueva estrella...

Así sucede. Volvemos a nacer cuando alguien nos rompe en mil pedazos. Después de pasar millones de años siendo nube, nos reconstruimos espontáneamente y nos convertimos en luz.

Ahora soy una estrella buscando un huequito en mi esfera celeste.


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