viernes, mayo 22, 2009

tal cual

Llamarle y quedar en el centro.
Comernos un helado.
Dar una vuelta y mirar discos y libros.
Besarnos en la boca.
Sushi para llevar, alquilar una peli y hacer el amor hasta quedarnos dormidos.

Y mañana será otro día.

martes, mayo 12, 2009

nos falló gardel

Eran casi las siete cuando decidí volver. Sin nada. No tenía dinero, ni tabaco, ni sueño. Solo un ligero temblor en las rodillas, y quizás ni eso, tal vez lo imaginé. Me dio para el taxi. “Solo es dinero”. Y nunca se lo devolveré. Pero salí a la calle y amanecía. Pudo ser el último amanecer, soy consciente, igual que lo era entonces, por eso quise caminar. Compré cigarrillos con el dinero que me había dado, y el cambio lo guardé en el mismo bolsillo en que me guardo los estados de ánimo que no sé clasificar. Como el que tenía entonces. Pesar, inquietud, alegría, indiferencia fingida, pesar. Él estaba soñoliento y me miraba sin ganas, y yo quería irme y le miraba a los ojos y siempre me fijaba en que en el párpado tenía una cicatriz. Y no queríamos hacerlo, pero lo hicimos de todas formas. Porque la luna estaba al revés y las cosas son como tienen que ser. Nos dijimos adiós (para siempre) y no consigo recordar si le miré por última vez. Pero él sí lo hizo, y justo después me olvidó. Y ya nunca volveré a fijarme en su cicatriz. Así de fácil y así de extraño. Me gustaba mucho. Mucho. Supongo que por eso anduve perdida, más que de costumbre. Fumaba y suspiraba, pisoteando mis pasos mientras se desperezaba la ciudad. Y después, no recuerdo, quizás pensé, o quizás me limité a respirar, pero debió de pasar mucho rato porque de repente había demasiada luz a mi alrededor. Llegué a mi cama y me enterré entre las sábanas con las manos vacías, como de costumbre. Se había terminado sin más, tan extraordinaria y banal, mi última noche en Buenos Aires.


"Aviéntame" de Café Tacvba

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