veinticuatro
Me escapé de nuevo al Caribe. Estoy un poco así: parche en el ojo, dos tibias y una calavera, cuarenta metros de eslora, veinte cañones por banda, y viento en popa a toda vela. Me volví a perder por playas tropicales a la llamada de la vida pirata. Cada día estoy más convencida. Acabaré allí, por mucho tiempo, y me tatuaré la bandera negra para recordarme quien soy, por si sobrevivo a un naufragio y aparezco sola y amnésica en una isla desierta. Al menos sabré que soy pirata y nací del mar. Y que no pertenezco a ninguna tierra. Nada tengo y de nadie soy. Y eso es siempre excepto hoy, porque se me antoja, que me permito regalarme todas las flores que nazcan en este día. Sabed que sois mías, porque sí, y porque hoy es mi día y además es primavera. Esta mañana he metido las puntitas de los pies en mi Mediterráneo, aún demasiado frío. Doce horas después, ya van 24 y muchas flores.
1 comentario:
Los piratas no deberían nunca tener frío en el mar... ¡y menos en el Mediterraneo! Feliz y floreado día de aniversario, Marta.
Con cariño,
Bartok.
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