martes, enero 22, 2008

fragmento de...

"Lloré de rabia. Me mordí las manos para no chillar mientras mi salvación se me escapaba, con sus maletas, para no volver jamás. Lloré de rabia y grité por dentro mil desesperaciones. Me volví loca. Golpeé las paredes hasta que sangraron los puños y nadie acudió. Él a las pocas horas ya estaba en la cama de otra. Merecía mi dolor. Él también merecía mi dolor. Duélete de la compasión de la que no eres digno. Aquel día conocí el odio. Me revolqué en mi miseria y mi miedo, y cuando no pude más, cuando dejé de respirar, supe que no vendrían a buscarme. Entonces me envenené y rompí todos los espejos. Nadie salvaría a alguien como yo. Y de camino al hospital recordé sus palabras. En el fin del mundo estarás sola. Estarás aterrada y sola. Pero, no te preocupes, no morirás. Porque ya estás muerta."


PS. Necesito que alguien me diga que todo está bien. Que me abrace y me diga que todo está bien.



7 comentarios:

Luna, la amante del Sol dijo...

No puedo abrazarte desde aqui. Pero te diré que todo esta bien. Si tiene solución no te preocupes, y si no tiene solución ¿por qué te preocupes?

Luna, la amante del Sol dijo...

am por cierto sigo sin saber poner bien los vídeos. No encuentro el código que me dices. Si pudieras ayudarme??

Raúl Dominguez dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=cH1GQ8uMYd8

Raúl Dominguez dijo...

Ups..se me fue el dedo sin poner comentario.Espero que te anime, sabes que es lo único que se hacer.
Un abrazo desde debajo de la bandera.

Luna, la amante del Sol dijo...

Bueno ya lo he descubierto la verdad es que me lo habías explicado genial pero soy mas bien torpe. Besillos anímate wapisma.

Luna Caramelo dijo...

Sirenita, me alegro de haberte sido útil ;)

Hagel... ains, tú y los planetas :) Gracias por la canción. Ah! y eso de que es lo único q sabes hacer... venga, no seas mentiroso...

Besos celestes para todos

Anónimo dijo...

Hace bien poco leía que "lo contrario del amor no es el odio, sino el desprecio". El odio se abalanza sobre uno mismo, provocando más daño que el que se pretende provocar en el otro. Pero es que no hay nadie, nunca, que merezca ser odiado. Como mucho, merecería ser despreciado...

No sé si puedo abrazarte, Marta.

Con cariño,
Bartok.

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