miércoles, mayo 09, 2007

le petit prince

Lo estoy leyendo otra vez. No sé cuantas van ya. Intentaba recordarlo mientras le arrancaba la etiqueta a mi botellín de cerveza y alguien explicaba una anécdota sobre destornilladores, ketchup y partidas de rol. No sé, no me enteré muy bien.
Cogí el boli que había en la mesa y empecé a dibujar sobre una de esas servilletas impermeables con una cenefa azul que tienen en los bares. Me quedó igual que la ilustración del libro. No es que yo dibuje muy bien, pero un sombrero no tiene mucho misterio.

- Le falta el ojo – me dijo él.
- ¿Perdona?
- Que le falta el ojo a la boa que se ha comido al elefante.
Sonreí como una niña mientras pintaba un punto en el extremo del ala de lo que hasta entonces había sido un sombrero. En ese momento, me hubiera casado con él.
Después arrugué la servilleta y alguien empezó a explicar una anécdota sobre fotocopias, anémonas y figuritas de porcelana. De esa sí que me enteré. Pero ya no volví a dibujar y él no volvió a hablarme de serpientes. Aunque tampoco me importó. Yo me dediqué a pensar qué nombre le pondré a mi asteroide el día en que me vaya a vivir a uno.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Un momento... ¿especial?


Con cariño,
Bartok.

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